El desarrollo infantil, tanto en el aspecto físico como intelectual, está directamente relacionado con la capacidad de moverse de un bebé o de un niño, con supsicomotricidad. El movimiento estimula el conocimiento y viceversa. Veamos por qué y como proporcionar las mejores oportunidades de movimiento, es decir, de hacer “deporte” a nuestro bebé…
Desde el principio, el bebé que permanece bocarriba, arropado en una cuna, hamaca, cochecito o cualquier otro artilugio que dificulte su movimiento, no habrá tenido la oportunidad de practicar actividad física. Podríamos decir que “casi” el único “deporte” que un bebé puede realizar antes de los 7 meses (como media) el es arrastre y hasta el año (como media) es el gateo.
El inicio del arrastre y del gateo (unos meses después), es consecuencia directa de las oportunidades que haya tenido el bebé de estar bocabajo en el suelo, arrastrándose todos los días y beneficiándose de las ventajas que conllevan el arrastre y más tarde el gateo.
Pero en el crecimiento y desarrollo del niño todo está relacionado. Por eso la estimulación tempranaabarca todos los campos: físico, intelectual y social. Al estimular la vía auditiva y la vía visual del bebé con un adecuado programa de estimulación temprana, incrementamos su capacidad de ver y oir, de recopilar información y datos del entorno que le rodea, de usar su cerebro para pensar y relacionar sobre aquello que puede ver y oír.
Si puede ver y oír mejor, crece su curiosidad y ganas de investigar su entorno, que es exactamente la motivación que necesita para hacer el enorme esfuerzo físico que le supone arrastrarse o gatear.
Sin un motivo para hacerlo, un bebé no hará el tremendo esfuerzo de poner todo su peso sobre sus manos y rodillas para avanzar gateando. Él se esfuerza día tras día para moverse mejor y más rápido con el objetivo de llegar a una meta, sea un objeto que ve en el otro lado de la habitación, un sonido que le ha parecido interesante, una persona que ha entrado por la puerta…
En definitiva, el bebé se mueve, a pesar del gran esfuerzo que eso le significa, por un motivo, porque quiere investigar o estar cerca de algo o alguien que ha visto o oído.
Si el bebé ve menos o oye menos, entonces menor cantidad de información le llega al cerebro, con lo que menos curiosidad y ganas de investigar va a tener. Esto va a provocar que el bebé se mueva menos y, a causa de ello, va a adquirir menos fortaleza. Y lo pero es que le costará mucha más moverse cuando quiera hacerlo. Así se juntan dos características negativas en su desarrollo: menos curiosidad y más dificultad para moverse. La conclusión es un triste bucle negativo de empobrecimiento en todos los niveles de su desarrollo.
Del mismo modo pero en sentido contrario, se produce el bucle positivo de desarrollo infantil. Estimulando los sentido del bebé aún cuando aún no puede moverse, le permitimos ver y oír mejor antes. Le damos la oportunidad de empezar a desarrollar su cerebro antes, en un período crítico en el que el desarrollo de sus funciones cerebrales afectará al resto de su vida.
La curiosidad y las ganas de investigar, características humanas que nos elevan respecto al resto de criaturas terrestres, son posibles si tenemos información sobre la que investigar y curiosear. Si no hay nada, si el ambiente es pobre en estímulos, sólo llega el aburrimiento y la desmotivación, también para el bebé, por supuesto.
Pero la curiosidad, las ganas de aprender e investigar llevan al bebé a moverse más. Su recién adquirida movilidad le permite acercarse más a los “objetos” de su entorno que le pueden resultar interesantes. Puede investigarlos más de cerca, obtener más datos, desarrollar más su visión, su cerebro y su curiosidad. Cuanto más se mueve, mejora su psicomotricidad, más ágil se vuelve y más fuerte e inteligente se desarrolla.
Es una realimentación positiva en la que, favoreciendo un aspecto, mejoran todos.
Así pues, mi recomendación es que le proporciones a tu bebé el máximo de oportunidades de estar en el suelo bocabajo para que pueda fortalecerse e iniciar arrastre y gateo. Son sus “deportes”, no le prives de ellos poniéndole bocarriba y envuelto en una manta que lo inmoviliza. Además procura no acercarle los objetos que despiertan su curiosidad, deja que el se esfuerce por acercarse a ellos y agarrarlos por sí mismo. Todo ello mejorará su psicomotricidad.
Más adelante, en cuanto empiece a andar (al año como media) y después a correr, se tratará de darle igualmente las máximas oportunidades para que ande y corra; “deportes” perfectos para su desarrollo y organización neurológica y, además, económicos…
Publicado por Nuria Ferres, Experta en estimulación temprana!!
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